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miércoles, 15 de abril de 2009
2 Mi partida contra Gabriel García Marquez, en un concurso de televisión
MI PARTIDA DE AJEDREZ TRANSMITIDA EN DIRECTO EN LA TELEVISION
Por Miguel Yepes
Todo sucedió de una manera curiosa. Iban a jugar una serie de partidas que se transmitirían en directo por la televisión. García Márquez y otras personalidades importantes jugarían cada uno de ellos contra personas desconocidas que se comunicaban telefónicamente con la programadora de la televisión. Eran como unos quince jugadores desde sus casas.
Yo me enteré de que el primer tablero de los famosos era García Márquez y que jugaría contra un incógnito. Había gran interés nacional por lo que serían los encuentros.
De pronto vi que me podía inscribir así que lo hice a último momento. Ví al poco tiempo en la televisión los diagramas de varios juegos que se empezaban a desarrollar. Todo era muy interesante.
En mi caso, mi adversario ofrecía buena resistencia a mi ataque del Ruy López. Yo no sabía bien con quien jugaba, pero jugué tranquilo desde mi casa.
De repente mi partida tomó un giro muy animado. Ataqué duro, pero mi rival, alguien de quien yo no sabía nada, y que llevaba las piezas negras, tuvo una defensa apropiada.
Mi partida la estaban transmitiendo y todo iba muy bien. El problema se presentó cuando en una posición me enteré que la partida que yo estaba jugando, era nada más ni nada menos que la partida que toda Colombia veía con interés: ¡el juego contra García Márquez! Incluso en ese momento ya me habían identificado los noticieros televisivos y pasaron en las noticias una entrevista de mi participación hace muchos años en un campeonato nacional juvenil en Bogotá…
De pronto, desperté. Era un sueño muy patente que yo estaba teniendo. Mi subconsciente me jugó una broma simpática. Fue un sueño de Realismo Mágico, porque lo ha narrado tal y como lo soñé.
Por Miguel Yepes
Todo sucedió de una manera curiosa. Iban a jugar una serie de partidas que se transmitirían en directo por la televisión. García Márquez y otras personalidades importantes jugarían cada uno de ellos contra personas desconocidas que se comunicaban telefónicamente con la programadora de la televisión. Eran como unos quince jugadores desde sus casas.
Yo me enteré de que el primer tablero de los famosos era García Márquez y que jugaría contra un incógnito. Había gran interés nacional por lo que serían los encuentros.
De pronto vi que me podía inscribir así que lo hice a último momento. Ví al poco tiempo en la televisión los diagramas de varios juegos que se empezaban a desarrollar. Todo era muy interesante.
En mi caso, mi adversario ofrecía buena resistencia a mi ataque del Ruy López. Yo no sabía bien con quien jugaba, pero jugué tranquilo desde mi casa.
De repente mi partida tomó un giro muy animado. Ataqué duro, pero mi rival, alguien de quien yo no sabía nada, y que llevaba las piezas negras, tuvo una defensa apropiada.
Mi partida la estaban transmitiendo y todo iba muy bien. El problema se presentó cuando en una posición me enteré que la partida que yo estaba jugando, era nada más ni nada menos que la partida que toda Colombia veía con interés: ¡el juego contra García Márquez! Incluso en ese momento ya me habían identificado los noticieros televisivos y pasaron en las noticias una entrevista de mi participación hace muchos años en un campeonato nacional juvenil en Bogotá…
De pronto, desperté. Era un sueño muy patente que yo estaba teniendo. Mi subconsciente me jugó una broma simpática. Fue un sueño de Realismo Mágico, porque lo ha narrado tal y como lo soñé.
1 LA LEYENDA DEL ORIGEN DEL AJEDREZ
LEYENDA DEL ORIGEN DEL AJEDREZ El príncipe triste y los granos de trigo
Hace mucho tiempo reinaba en la India un príncipe llamado Iadava.
Sus amigos estaban muy preocupados por él, pues estaba siempre triste y taciturno. Hasta la aldea de Lahur Sessa, un joven brahmán, llegó la noticia de la tristeza del monarca.
Así pues, Lahur Sessa inventó un juego de 64 casillas que pudiera distraerlo y alegrar su corazón.
Iadava quedó impresionado por el ingenio de Sessa y le ofreció una bolsa llena de oro o un arca repleta de joyas o palacios o tierras pero Lahur «sólo» le pidió granos de trigo. Un grano por la primera casilla del tablero, 2 por la segunda, 4 por la tercera, 8 por la cuarta, y así doblando sucesivamente hasta la última casilla.
Al oir la petición de Sessa todos rieron, Iadava aunque extrañado, llamó a los algebristas de su corte para que hicieran el cálculo del nº de granos que debía entregar al brahmán. Cuando éstos hicieron el cálculo, vieron, asombrados, que no había trigo en el reino para pagar esa cantidad. Los términos de la progresión arrojan, en efecto, el siguiente resultado: dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos de trigo.
Hace mucho tiempo reinaba en la India un príncipe llamado Iadava.
Sus amigos estaban muy preocupados por él, pues estaba siempre triste y taciturno. Hasta la aldea de Lahur Sessa, un joven brahmán, llegó la noticia de la tristeza del monarca.
Así pues, Lahur Sessa inventó un juego de 64 casillas que pudiera distraerlo y alegrar su corazón.
Iadava quedó impresionado por el ingenio de Sessa y le ofreció una bolsa llena de oro o un arca repleta de joyas o palacios o tierras pero Lahur «sólo» le pidió granos de trigo. Un grano por la primera casilla del tablero, 2 por la segunda, 4 por la tercera, 8 por la cuarta, y así doblando sucesivamente hasta la última casilla.
Al oir la petición de Sessa todos rieron, Iadava aunque extrañado, llamó a los algebristas de su corte para que hicieran el cálculo del nº de granos que debía entregar al brahmán. Cuando éstos hicieron el cálculo, vieron, asombrados, que no había trigo en el reino para pagar esa cantidad. Los términos de la progresión arrojan, en efecto, el siguiente resultado: dieciocho trillones, cuatrocientos cuarenta y seis mil setecientos cuarenta y cuatro billones, setenta y tres mil setecientos nueve millones, quinientos cincuenta y un mil seiscientos quince granos de trigo.
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